En los últimos meses, empecé a notar algo que me llamó la atención: hay una estructura de contenido que empezó a repetirse en redes sociales como si fuese un molde.
Un estilo que intenta vender con el tono, el ritmo y las frases de un vendedor ambulante. Les falta decir
“¡Para la cartera de la dama y el bolsillo del caballero!”
Me causa un poco de gracia, porque es como la digitalización de este estilo de vendedor.
Pero también tiene algo que no lo siento atractivo ni en pedo, y hasta me hace un poco de ruido. porque ese tono funciona bien en la calle…pero en redes sociales, no sé si es tan así.
Lo que el algoritmo no perdona
El vendedor ambulante de la calle, aunque no lo veamos así, tiene estrategia.
Sabe en qué horario subirse al tren o ir a la plaza.
Sabe leer la cara del público.
Sabe cuándo insistir y cuándo dejar pasar.
Aprendió todo eso mirando, escuchando, probando distintas frases, ajustando horarios, etc.
Ojo, es probable que muchas cosas le salieron de pedo, sí. Pero otras tantas se las dio la experiencia de observar la escena.
Ese vendedor no improvisa porque sí. Improvisa con base.
Tiene como una especie de estrategia creada a base de pura calle
En cambio, el que hoy copia ese estilo en Instagram o TikTok lo hace sin mirar.
No observa a su audiencia.
No analiza sus métricas.
No tiene idea de si ese formato genera retención o rebote.
Está repitiendo un tono que vio funcionar en otro.
Y espera, con suerte, que las ventas le digan si hizo bien en replicarlo.
Lo que al otro le funciona, puede no funcionarme a mi
Si vos copiás al otro, porque al otro ves que le funciona, ya estás por mal camino. Porque necesitás entender por qué al otro le funciona y preguntarte ¿a mi también me va a funcionar?
Empezá a pararte desde un lugar de observador, estratégico. Animate a probar algo distinto, a ajustar, a aprender.
Es la mejor manera de construir tu discurso. No repetir el de otro. Porque vos querés que te elijan a VOS no al otro.
Y porque en redes sociales, como en la calle, el que más vende no es el que más grita.
Es el que más afina el ojo.
El que mejor lee la escena.
El que entiende que cada producto necesita su propio discurso,
y que cada contenido construye o destruye una percepción.